lunes, 7 de junio de 2010

Los lugares de "Trigo Verde"

En dos ocasiones tuve la oportunidad de visitar la tristemente célebre localidad de "Puente Grande" en Jalisco. Y digo "tristemente célebre", porque hoy en día más bien se le conoce por el Penal de Alta Seguridad que se encuentra ubicado ahí.
Sin embargo durante los años sesentas, se encontraba también un importante Centro de Formación de Jesuitas (un noviciado) que actualmente, es una Casa de Ejercicios Espirituales.

Fue en este lugar, donde Miguel Aguayo se formó como jesuita durante el noviciado y en donde escribió su novela, con algunas pinceladas autobiográficas, "Trigo Verde".
En mi búsqueda personal de “lo jesuita”, para entender mejor a Miguel y su obra, acudí aquí a dos retiros.
En ambas ocasiones, me tomé el tiempo para identificar y fotografiar los lugares que se mencionan en el libro.
Como siempre pasa, cuando primero lees un libro y luego ves la película – por ejemplo-,  la realidad es diferente a lo que tu mente había creado, pero de todas formas fue sumamente emocionante identificar y recorrer los lugares de los cuales se habla en el libro: aquellos largos pasillos en donde caminaban en cuaternas dos de frente y dos caminando hacia atrás, esas largas escaleras que debían barrerse de abajo hacia arriba, las camarillas, el refectorio, la capilla, en fin…

Claro está que cuando regresé le mostré esas fotografías a Miguel, quien las veía con gusto, ¿con cierta nostalgia?, no se identificar realmente cual era el sentimiento.
Como él mismo ha dicho, desde el noviciado le resultó todo un reto, integrar su vocación religiosa con la artística. En el silencio del mismo aprendió a "lidiar" con su temperamento artístico y a transformar sentimientos como, ira, tristeza y soledad en poemas o pinturas. También recuerda la presión que ejercieron sobre él algunos superiores, que no fueron muy pacientes durante su proceso personal de integrar ambas vocaciones. Pero sin esa presión él piensa que su trabajo hubiera sido de menor calidad, ya que aprendió a aprovechar el poco tiempo del que disponía para pintar o escribir, siendo muy crítico con él mismo y aprendiendo a seleccionar los colores y las palabras adecuadas, distinguiendo entre "lo bueno" y "lo mejor". Por ello, como el mismo Miguel lo menciona, fueron algunas de esta personas las que lo incentivaron a desahogarse artística y poéticamente y a quienes les debe muy buenos poemas...














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2 comentarios:

  1. Gracias Maestra Laura por la publicación de las fotos del Noviciado de Puente Grande.Con nostalgia y añoranza me hizo regresar 50 años.Dios le llene de bendiciones.

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  2. Concí, no la obra de Miguel Aguayo, que sin duda ha de ser amplia, sino Trigo Verde,que nos leía en tiempo de celebraciones el jesuita Alfredo Zepeda, entonces maestrillo, en el ya desaparecido Seminario Montezuma. Recuerdo con gusto una figura literaria que me impactó gratamente...aquella usada en un cuento en donde describía como la noche sube, en vez de bajar... tal vez una proyección de la realidad de esas escaleras que aquí se mencionan como las que habían de barrerse de arriba hacia abajo.

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