Lo que da tristeza de una persona tirada en la calle (alcohólico, o persona en situación de calle) es que se le olvidó su dignidad humana, lo sobrenatural de su alma, pero no por eso lo vas a patear, sino al contrario, lo ayudas, lo lavas, lo peinas.
- Un destello de por qué compartió conmigo:
“Es muy fácil que lloren contigo, pero es difícil que se alegren contigo”.
De ahí que tuve la inquietud de conocer sobre la espiritualidad ignaciana, en parte para saber y conocer la perspectiva desde donde él veía la vida.
Curiosamente nunca fue Miguel quien me guió en los “Ejercicios Espirituales”, por ejemplo. Eran jesuitas compañeros suyos que vivían en su misma comunidad, entiéndase “casa”. Una casa que se encontraba justamente a espaldas de la Universidad y a la cual Miguel iba y venía caminando, por la cercanía con la Ibero.
Por otra parte, Miguel estaba en aquel tiempo mucho más dedicado a la producción pictórica y no era del grupo de padres que se dedicaban a la Pastoral Universitaria; por lo menos no de forma “administrativa” o guiando los retiros que organizaba la Universidad. Y lo menciono así porque siempre he tenido la convicción de que el trabajo pastoral del padre Aguayo, ha sido importantísimo, por la huella que ha dejado “uno a uno” en la gran mayoría de sus alumnos.
Es una pastoral “suavecita” que se enraiza sin sentirla y que no necesita de “retiros” o “grupos de vida cristiana”. Sin embargo, a mi si se me dio participar en estas actividades, y al conocer los hábitos, la forma de vida de otros jesuitas, podía conocer más y entender más a Miguel y a su obra.
En varias ocasiones estuve en su casa, invitada por algunos de sus compañeros de comunidad. Algunas veces estaba presente y me gustaba ver como interactuaba con su comunidad. En algunas otras ocasiones, la mayor parte de las veces, no estaba él ahí, pero me gustaba ir a esa casa, en donde por ejemplo podía ver cuadros suyos que estaban colgados en la casa.
martes, 1 de junio de 2010
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